¿Cómo fechar lo contemporáneo? ¿Cuándo empezó el presente? La discusión política no puede evitar estas preguntas. El llamado “capitalismo serio” de Néstor y Cristina o del peronismo del siglo XXI necesita mirar de frente el tiempo histórico donde habita. Las tramas del tiempo. Desde el punto de vista de la técnica y la comunicación, el pensamiento contemporáneo propone un umbral histórico, que aunque no tiene una fecha precisa y definitiva, dispone de un mapa: Michel Serres, Deleuze, Jun Fujita Hirose, Jameson, Sadin; teorías para historiadores del presente. Asja Lãcis propone pensar sobre la historia política del cambio técnico, histórico y social. La llamada “IA”, a fin de cuentas qué cosa entre las que pueblan el mundo y son artificiales está libre de inteligencia –la pava, el mate–, acerca de la cual cuando fue capaz de hablar se han despertado tantos mitos modernos, “produce” conocimiento a partir de la comunicación. Gregory Bateson, uno de los autores citados al pie en Mil mesetas de Deleuze, en el clásico Espíritu y naturaleza, desde esta perspectiva materialista, habría anticipado los dilemas actuales de la “IA”; de allí el concepto de “modulación” que usa Deleuze en la célebre posdata que cita Asja Lãcis en esta nota.
De un buen tiempo a esta parte la historia de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación viene cumpliendo ciclos que es necesario periodizar. Al menos desde la década de 1960, cuando Michel Serres anticipa la creación de Internet y en su proyecto Hermes declarara el fin del paradigma de la producción del conocimiento y el comienzo de un nuevo paradigma donde conocer supone el cruce de caminos, las encrucijadas y bifurcaciones de la comunicación; desde entonces, podríamos establecer un corte propio del siglo XX respecto del siglo XIX. El cambio de paradigma, anunciado proféticamente por el filósofo francés, desde la Segunda Posguerra en adelante, se solapa al cambio histórico, bajo una perspectiva completamente diferente que a menudo ha sido pensada siempre al margen de la historia de la técnica: desde el punto de vista de la historia de la cultura nos referimos al fin del modernismo como larga duración (1850-1950), al final de la Era industrial –no porque haya dejado de haber industrias sino porque la producción pasa a segundo plano respecto de la comunicación como organizadora de la vida–, el ocaso de los dispositivos disciplinarios, del proletariado industrial y la sociedad de masas tal cual había sido protagonista hasta entonces desde el siglo XIX. Al término de la Segunda Guerra mundial, emerge un nuevo orden mundial, aunque hasta la caída del muro de Berlín, no se impone la política del “pensamiento único”, las masas entran a una nueva fase, desde el punto de vista de la cultura. Friedric Jameson fecha por esos años el comienzo del posmodernismo como lógica cultural del capitalismo avanzado. Gilles Deleuze, el inicio de la Sociedad de Control. ¿En qué momento empieza el mundo contemporáneo?
Con el ascenso de China al comienzo del nuevo milenio y la crisis actual de occidente sumido en el neofascismo de las nuevas derechas, la crisis de hegemonía de los Estados Unidos, desde el paradigma del petróleo (producción) al de los metales raros (comunicación), como propone Jun-Fujita Hirose, después de un siglo de dominio estadounidense, asistimos a un cambio histórico. ¿Cuándo empieza este cambio? Está claro que no se puede fechar con precisión. ¿Lo contemporáneo comienza en 2001, como sugirió David Viñas, con la caída de las torres y el estallido en Argentina? ¿En 2008, con la caída de Wall Street? ¿En 1991, con el “fin de la historia” de F. Fukuyama? Lo que está claro es que el predominio del mundo económico financiero por encima de la producción y el trabajo, va de la mano de la lógica cultural del capitalismo avanzado, y que el pibe de Rappi es el resultado de una modificación estructural de la sociedad contemporánea, respecto del moderno trabajador sindicalizado por ramas de la producción. Para que el muchacho de la aplicación de envíos pueda hacer su trabajo traccionado por su propia sangre en la bicicleta, sin intermediarios y por el tiempo que él mismo disponga, debieron existir las condiciones para que a otro se le ocurriera que todos debíamos sostener un teléfono en la mano para estar comunicados en forma permanente. Durante la Segunda Posguerra, y hasta la década de 1990, los medios de comunicación de masas fueron discutidos por la teoría crítica, de los apocalípticos a los integrados, Oscar Landi sobre la televisión.
Entre la comunicación de masas y la comunicación de la sociedad contemporánea hay un corte producido por Internet. La conección horizontal punto a punto, pantalla a pantalla (como el telégrafo), frente a la jerarquía de los medios masivos de comunicación (prensa escrita, radio y televisión), la disolución feroz e invisible de toda mediación (editor), tiene una condición de posibilidad producida por Internet. Esa conexión, luego se transforma en condición de otra posibilidad que es la de llevar el punto a punto a cualquier lado. El dispositivo móvil de Control. Deleuze, en el célebre “Posdata de la sociedad de control”, remonta el origen de este nuevo tipo de sociedad que es la contemporánea, la sociedad del celular y de las redes sociales, hasta la Segunda Posguerra. Mucho antes de la posibilidad cierta de Internet y los dispositivos móviles.
La política de la IA se podría remontar a su historia, como la de todo artefacto. Porque la técnica no es en sí misma política sino en cuanto es parte de la historia humana. Su posibilidad está asociada a la condición previa de la existencia de Internet. Para que existiera internet fue necesario que existiera la posibilidad de almacenar información de forma digital. El punto de partida de esa posibilidad es la Segunda Posguerra. Si la IA está en manos de tecno optimistas y plutócratas, ¿de qué nos va a liberar? Como advierte E. Sadin, pedirle que escriba por nosotros es trágico. Si la cultura de masas era cuestionable porque acostumbraba al público a mercancías estandarizadas y espectáculos consolatorios, la cultura de la “IA” lo es por transformarnos en cuerpos incompetentes, destinados a la evocación “espiritual” de prompts.
Buenos Aires, mayo de 2025