K de kintsugi

Empobrecieron a los grupos de interés. Metieron bala y cárcel a opositores políticos. La sociedad produjo a Milei. El daño está hecho. Proscribieron a la principal referente durante más de una década sostenida de (al menos) el 30% del padrón electoral. Kicillof, con tono bajo, capacidad de gestión, de evitar titulares y al mismo tiempo mostrar una clara orientación a lo largo de los años, en el lanzamiento del Movimiento Derecho al Futuro (MDF) dio su discurso sobre un slogan: “hay otro camino”. No obstante, de tener éxito, el MDF no sólo habría de ser un camino posible, entre otros, una salida del pantano, sino una oportunidad única de salir con una orientación precisa que conocemos, hacia un país que sabemos cómo es y qué es lo que valora cuando nombra palabras elementales como “igualdad” o “justicia social”. Ninguna otra alternativa entre las posibles al gobierno de Milei, Bullrich, Sturzenegger y Caputo reúne los atributos positivos que hereda Kicillof del kirchnerismo. En ese sentido, más que una “alternativa”, el compañero Luzuriaga ve una oportunidad que no hay que desperdiciar. Ante el horror al que nos lleva el brutalismo social, si el peronismo y el campo nacional y popular acompañan al MDF podemos salir a contramano.

Axel Kicillof no sólo expresa una alternativa al gobierno de Milei –“hay otro camino” se leía en el atril cuando habló durante el plenario del Movimiento Derecho al Futuro, el 31 de mayo último, en las afueras de La Plata–, no sólo expresa lo que dice el slogan, sino bastante más. La forma en que persiste y crece a un ritmo sostenido, se afirma con la actual proscripción de Cristina, y sin embargo venía con esa orientación desde antes del peor ataque a la democracia contemporánea perpetrado por jueces nefastos. “Posdemocracia” anotan en el aire de la revista Crisis. El fallo intolerable de la Corte Suprema ataca a un tercio del electorado sostenido a lo largo de décadas, a todos los que salimos a la calle para bancar a Cristina, y mueve el tablero político. Con todo, se trata de un acontecimiento en una serie. A Cristina le gatillaron en la cara y los responsables intelectuales del atentado están impunes. Los rastros en nuestros teléfonos celulares son pruebas de delitos, salvo para quienes tienen el poder de borrarlos. La proscripción de Cristina que golpea el principal drama de la interna, la estrategia electoral y el poder en cuanto a los cargos electivos, tiene lugar en una coyuntura con antecedentes. Como debe haber dicho alguien y luego repitieron otros: la proscribieron porque pueden hacerlo; porque no hay un poder capaz de impedirlo. Igual que en todos los otros frentes donde pegan.

El hecho de que el peronismo ahora no cuente con Cristina, y que a pesar de esa nueva derrota –esta vez, no electoral–, cuente con Kicillof, no está explicado por los politólogos y los operadores político-mediáticos. Desde el punto de vista de la tradición del kirchnerismo, entendida a groso modo como la tradición del peronismo de izquierda –aunque a tantos les resulte difícil asumir el legado de los compañeros y las compañeras de los movimientos revolucionarios de la década de 1970, en su mayoría detenidos-desaparecidos; y hagan esfuerzos enormes por reivindicar al “conservadurismo popular”, que muchas veces no lo es tanto como en los casos de Massa, Pichetto, Monzó y otros menemistas del PRO (que hasta podrían soñar con un Milei nacionalista: del nacional entreguismo al entreguismo nacional)–, el hecho de que sin Cristina como opción exista la posibilidad de que Axel sea el próximo presidente en 2027, podría ser (incluso) interpretado por algún amigo cristinista furioso, como una genialidad pergeñada por ella misma. 

No obstante, sabemos que esto no es así, hay muchos indicios. La interna llegó a niveles de los que no es sencillo volver sin daños. En la hipótesis del compañero cristinista, hasta eso podría ser parte de un plan: para que Kicillof sea la alternativa del kirchnerismo sin Cristina, su separación debe ser tal que no se pueda regresar sin cambios; como si se pudiese entrar dos veces al mismo río sin haber salido. 

Kicillof no solo expresa “otro camino” en relación al destino de horror al que nos lleva la sociedad brutalista obnubilada por el flautista y su motosierra, sino que expresa, a su vez, una oportunidad única. 

El hecho de que Cristina esté presa va a transformar al gobernador de la provincia más importante y complicada del país en el próximo blanco del poder. Al flautista, al instante, le subieron el volumen de los agravios y los insultos. Volvieron con la impugnación buitre de la nacionalización de YPF. Y, a medida que las elecciones se pierdan y no se ganen, y los dólares se vayan y no vuelvan, más intentarán desprestigiar y atacar. En este sentido, con Cristina presa e imposibilitada de presentarse a elecciones, Kicillof aunque gana centralidad en la oposición, sin embargo, la misma proporción recibe en virulencia por parte del poder económico y de los gobiernos nacional y transnacional de los Estados Unidos. Cuando proscribieron a Cristina, lo primero que dijo Kicillof es que ahora vivíamos en otro país.

Los obstáculos parecen infinitos. Una realidad social incendiada, reproducción de la llamada sociedad brutalista, endeudamiento, falta de dólares, catástrofes climáticas, crecimiento del neofascismo, guerras armamentísticas y económicas, genocidios y masacres masivas de poblaciones en el mundo, 56 conflictos armados y guerras que involucran a 90 países, 9 de los cuales tienen armas atómicas, impotencia de la política y de los Estados nacionales rotos para enfrentar al poder financiero y al destino de desigualdad al que nos lleva, crisis educativa, de los medios de comunicación, e impacto nocivo de las nuevas tecnologías en los jóvenes y en las culturas en general, cuestionamientos peronométricos desde los streamings de Narnia por parte de propios kirchneristas, disminución del presupuesto, lluvias, frío extremo, organización del peronismo con todos sus condimentos, y un país quebrado desde múltiples dimensiones. Todo eso heredaría Kicillof de ser el próximo presidente en 2027. Si persiste en el camino ascendente hacia esa función, del que visto a la distancia no pareciera moverse, entre el ministerio de economía, el cargo como diputado y luego como gobernador en dos ocasiones; quizás logre hacer como Sun Tzu y transformar todas esas dificultades, que son muchísimas, en ventajas o en victorias. En tal caso, si al monto dificultades le corresponde un monto similar de victorias, podríamos vivir largos años de recuperación, años donde reparar lo roto e incluso, ¿por qué no?, proyectar lo que no logramos como sociedad durante el kirchnerismo. 

Está claro que Kicillof tiene capacidad para entender lo que pasa en un sentido complejo, para anticiparse a los acontecimientos y diseñar estrategias que transformen las situaciones críticas en oportunidades. Sin embargo, tan claro está eso como el hecho de que no es posible descansar en que el héroe individual todo lo puede. Transformar al conductor o a la conductora en mitos vivientes quizás sea otra forma de “fingir demencia” o “hacerse el boludo”. No es el Estado el que va a salvar a la sociedad. No son Cristina o Kicillof. Si no es la propia sociedad la que, a partir de cierto límite, se disponga a batallar contra su propio brutalismo, no habrá salvación. El Eternauta, donde aprendimos que el héroe siempre es colectivo –por parte de un escritor detenido-desaparecido, militante revolucionario de la década de 1970–, no termina bien; el final de la historia queda abierto, en la promesa de una larga resistencia por venir, contra un enemigo que produce terror. 

Si Kicillof se pone al frente de las batallas de todos los damnificados por las políticas de desigualdad y empobrecimiento, si se pone al frente de los grupos de interés empobrecidos, incluso en las calles como hizo en 2024, entonces, podrá, ojalá, encontrar en las víctimas a los sujetos de la transformación, al héroe colectivo que pase de resistir a vencer. Entre la Sociedad y el Estado, y sin prescindir de ninguno de los dos términos. 

El kintsugi es el arte japonés de reparar cerámicas rotas dando más valor a las piezas del que tenían en su versión original. Una nueva expresión del kirchnerismo necesita juntar y pegar con lo mejor de sí las piezas rotas por el brutalismo social.         

Buenos Aires, julio de 2025

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