Sopla Viento Sur. Comunicación, poder y futuro popular

Desde el mes de junio compartimos con las y los compañeros del espacio Patria y Futuro un taller de comunicación popular. La red social más efectiva es la militancia, no obstante, articulada a todas las formas de la comunicación que tengamos a la mano para dar discusiones políticas e intervenir en la escena pública. Más que nunca necesitamos comunicación y poder popular. 

¿Qué es Viento Sur? Es un nombre, pero también un rumor. Un viento que viene de abajo, del sur del mundo y del sur de cada país, de las tierras más castigadas y de los barrios más postergados, pero también de las ideas que empujan desde los márgenes. No es una organización en el sentido clásico: es una articulación, una trama, una corriente. Viento Sur nace del deseo de una nueva política para los tiempos que corren, frente a un sistema que no sólo nos explota sino que además nos interrumpe la imaginación. En nuestro manifiesto decimos que venimos a recomponer lo común, no con nostalgia del pasado sino con una convicción del presente. Venimos a construir una nueva voluntad política desde abajo y desde ahora. Creemos que no hay salida sin comunidad, sin solidaridad ni sin organización popular.

Viento Sur se piensa como parte de un proceso más amplio: una marea que se extiende por múltiples territorios y prácticas, que se enfrenta al orden neoliberal no sólo en lo económico sino también en lo simbólico, cultural y tecnológico. Lo común no es un principio abstracto: es un programa concreto de reconstrucción. Desde la producción de saberes hasta la recuperación de recursos, desde la defensa de los territorios hasta la creación de redes de vida. Frente al cinismo, la desesperanza y el individualismo, apostamos por la organización popular, la imaginación colectiva y la potencia transformadora del sur.

La comunicación como campo de batalla

Desde nuestra perspectiva la comunicación es un campo estratégico. No sólo se trata de comunicar lo que hacemos, sino de disputar sentidos, de interpelar a las subjetividades, de construir poder.

Entendemos la comunicación en una topología de redes, como una trama múltiple de vínculos, flujos y nodos. La comunicación no es lineal ni vertical, ni siquiera es solamente digital. Es híbrida, territorial y virtual al mismo tiempo. Es comunitaria, pero también interoperable. En cada territorio hay una red de afectos, dispositivos, espacios y saberes que puede ser organizada, expandida y conectada con otras.

Pensamos la comunicación en tres niveles interrelacionados:

  • Infraestructura: quién controla las redes, los servidores, las plataformas. Sin soberanía sobre las infraestructuras, no hay posibilidad de autonomía ni de libertad de expresión. La concentración tecnológica nos somete a un régimen colonial de datos y vigilancia.
  • Aplicaciones: los entornos donde circulamos, los lenguajes que usamos, las plataformas que nos condicionan. No es lo mismo hablar en una red libre que en una red privatizada. Acá se juega la interfaz de nuestra vida cotidiana.
  • Contenidos: los relatos, los discursos, las imágenes que nos habitan. El nivel más visible, pero también el más moldeado por las condiciones materiales que lo sostienen. No alcanza con decir “otra comunicación”: hay que construir una red alternativa de producción, circulación y escucha.

La comunicación es, así, un eje transversal. No sólo difunde lo que hacemos: organiza, conecta, potencia. Permite narrar una identidad común, pero también facilitar flujos, construir calendarios, distribuir recursos, hacer redes de solidaridad, generar alertas, sostener conflictos, multiplicar iniciativas. Y también: cuidarnos, emocionarnos, entendernos. Comunicar no es sólo hablar: es también escuchar, tejer.

El Taller de Comunicación Popular

Con esa convicción es que desarrollamos el Taller de Comunicación Popular dentro del espacio Patria y Futuro. No como una clase magistral, sino como una experiencia de formación colectiva, situada, entre compañeras y compañeros que militan, que producen, que crean, que luchan.

El taller propone pensar y hacer al mismo tiempo. Analizar críticamente el ecosistema mediático actual, los modelos de negocio que lo sostienen, las plataformas digitales y sus algoritmos, pero también inventar otras formas. La comunicación como práctica insurgente.

Se trabajan herramientas concretas —desde piezas gráficas hasta campañas en redes, pasando por software libre y nodos comunitarios—, pero lo fundamental es el enfoque político: cómo construimos una comunicación que nos sirva para organizarnos mejor, para resistir, para avanzar.

Recuperamos el legado de las radios comunitarias, los medios alternativos, los periódicos obreros y las prácticas de educación popular. Pero también aprendemos de los nuevos lenguajes digitales, de los memes, del swarming, de las redes distribuidas. No es una oposición entre lo nuevo y lo viejo: es una articulación creativa entre experiencias y desafíos.

En ese sentido, la comunicación no es sólo un canal: es una forma de intervención política. Lo vimos con claridad durante los encuentros del taller. En cada ejercicio, en cada mapa de redes, en cada campaña naciente, apareció una idea común: podemos comunicarnos sin pedir permiso. Podemos decirnos, contarnos, replicarnos. Podemos reconstruir el sentido de comunidad desde nuestras propias narrativas.

Construir desde las bases no es solo una metáfora. Es una tarea. Requiere imaginación, saberes, compromiso, pero sobre todo redes. Redes vivas. Redes nuestras. Redes que no sólo comuniquen, sino que comuniquen para transformar.

Buenos Aires, julio de 2025

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