El 2 de abril, un grupo de compañeras y compañeros nos reunimos para dar forma a un nuevo espacio político. Frente a la vacancia de espacios que nos convoquen, nos planteamos organizarnos, recuperar la iniciativa, volver a la voluntad militante; casi todos, marcados por experiencias de militancia actuales y del pasado. La mayoría vivió las jornadas de diciembre de 2001 en primera persona. Todos, con mayor o menor intensidad, vivimos la experiencia argentina durante el kirchnerismo, con más y menos cercanía, más y menos posiciones críticas, ante las políticas de esos gobiernos populares, de los cuales algunos participamos como militantes e incluso funcionarios. No por el cargo, por cierto, sino comprometidos con una causa que entendíamos progresiva. Otros tantos, durante esos años y hasta hoy, estamos ligados a experiencias de militancia de base, sea en movimientos sociales, asambleas barriales, sindicatos, en las universidades. En conversaciones colectivas recuperamos el debate. Intensas, con argumentos y posiciones meditadas, aunque pocas veces, o nunca hasta entonces, dichas en voz alta en una asamblea. A diferencia de 2019, cuando gobernaba Macri y asistíamos a la posibilidad de “volver mejores”, de resistir a la embestida neoliberal impulsados por las movilizaciones feministas, antes de la Pandemia, cuando la alternativa parecía ser afirmar lo hecho, modificar el rumbo, afianzarse en lo que era intocable por las nuevas derechas; el 2 de abril último, en la primera asamblea de nuestra flamante agrupación, el clima era otro, muy distinto: mientras el neoliberalismo avanza sin bozal, a los gritos, con la motosierra y la crueldad como moda soberbia, patética y regada de lugares comunes, cuando pulverizan los salarios, condenan al hambre a más de la mitad del pueblo y jubilados y estudiantes resisten en las calles, ya no se trata de modificar el rumbo ni de “volver mejores”. El clima en la primera asamblea de la agrupación Viento Sur –como dimos en llamarnos días después–, era el de la pregunta por lo nuevo.
¿Qué es lo nuevo? En principio, lo que pueda encender una chispa. Lo que pueda dar esperanza. La llave del motor de una mística. Porque, sobre todo, lo nuevo es lo que nadie espera. Discutimos sobre la experiencia kirchnerista, comentamos acerca de la actualidad del peronismo, caracterizamos la coyuntura del presente más inmediato, y, no obstante, lo más importante fue el acto performativo de juntarnos a pensar lo nuevo. Viento Sur se identifica con la fuerza de la horizontalidad y del trabajo de base, la discusión desde abajo, como motores del cambio, con la necesidad urgente de producir canales de participación popular. Consideramos que es fundamental volver a pensar en la autonomía de las organizaciones, en el marco de la construcción de un Movimiento Nacional; pero donde no se pierda el tejido y la fuerza de la militancia social y política. Pensamos que es necesario imaginar nuevas formas de intervención, renovadas formas del cyberactivismo y de arte político.
A todos nos convoca la urgencia, el estado de emergencia al que asistimos con un gobierno como el que nos toca sufrir. Y, ante ese estado de movilización encendido por alarmas constantes, que suenan a cada derecho que quitan –el último, ¡el derecho a huelga!–, a todos nos convoca un proyecto: la posibilidad cierta de que el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires sea el próximo presidente del país en las elecciones del año 2027; con suerte antes, si es que el gobierno de Milei se cae, sea por el escándalo de alguna nueva mega estafa, sea por su orientación hacia una nueva crisis económica o por la emancipación del pueblo y su manifestación en las calles. Pesimismo de la inteligencia, sí; pero con optimismo de la voluntad. La interna del peronismo nos atraviesa a todos. Corta: en la interna, y fuera de la interna, apoyamos a Kicillof. No sólo por sus cualidades personales, la “dignidad y la decencia”, que el gobernador comparte con la enorme mayoría de la militancia política y social, sino como expresión superadora de la experiencia argentina durante el kirchnerismo. Kicillof permite imaginar una salida de este otro infierno, a toda velocidad, y a contramano del presente; sobre todo por lo nuevo que podría aportar a la tradición del peronismo. Basta escuchar algunos discursos, el de San Pedro en noviembre de 2024, los de la Isla Martín García en 2024 y 2025, o el de la última apertura de sesiones, entre otros, para verlo como posibilidad real, concreta. No obstante, lo nuevo no sólo sería Kicillof como intérprete contemporáneo de Perón, de Evita, de Néstor o Cristina, sino aquello que tenemos que hacer los demás desde el punto de vista de nuestras voluntades políticas. Eso pareciera haber decantado de la primera asamblea de Viento Sur. Eso es lo nuevo, la respuesta a la pregunta: ¿qué hacer?
Lo nuevo es lo que necesitamos para salir del laberinto. Viento Sur nace al calor de esa urgencia. En ese sentido impulsamos distintas acciones, ¿cómo proponer nuevas formas de comunicar?, ¿cómo repensar el vínculo entre las redes sociales digitales y las redes sociales de la militancia? Mientras vamos dando nuestros primeros pasos organizativos, nos propusimos crear esta revista, un órgano de discusión y pensamiento de la agrupación Viento Sur. Una revista que pretende hacer circular nuestras voces y las voces de otros en El Viento Común del debate público. Porque lo nuevo siempre nació de lo viejo. Porque lo viejo funciona, Juan. Lo que nadie espera, siempre es una rearticulación de lo que había. Por eso, el debate acerca de las nuevas canciones es tan inconducente: ¿a quién se le puede ocurrir que no hay que inventar nada nuevo?
Esa idea, conservadora desde sus fundamentos, descansa en otra que está equivocada: la idea complementaria de que algo puede nacer de la nada. El kirchnerismo no fueron sólo La Cámpora y Cristina, o Néstor. La experiencia política de la sociedad argentina, y de buena parte de numerosos pueblos de los países de América Latina, durante los años de los gobiernos populares en la región, entre la llegada de Hugo Chávez en 1998 y el año 2015, cuando termina el segundo gobierno de Cristina y tiene lugar el proceso de destitución de Dilma Rousseff, es una experiencia de los pueblos, además de una serie de posiciones políticas que fueron impulsadas por voluntades con nombres y apellidos. La experiencia del pueblo es lo que habilita la reivindicación del kirchnerismo. El Viento Común recoge voces, jirones en el aire, puntos de vista, que no son del kirchnerismo en tanto partido, u organización vertical, sino de esa experiencia social y política, en la que algunos estuvimos más o menos implicados, y otros, con todas sus diferencias, reivindican en términos relativos respecto del destino actual del país, y del mundo.
Como órgano de expresión de Viento Sur, esta revista adopta la forma tradicional de las publicaciones periódicas que acompañaron la era de la política moderna, durante los siglos XVIII, XIX y XX. Confía que este espacio de la editorial, firmada por el colectivo editor, es suficiente para expresar una posición política, como voz de una primera persona del plural que busca dar cuenta de una experiencia colectiva. Y que de esa forma, la editorial habilita el trabajo de edición, la convocatoria a otras voces, algunas que pertenecen al colectivo de la agrupación Viento Sur, y muchas otras que no pertenecen a Viento Sur, con las que tranquilamente podría haber fuertes diferencias políticas, o, al contrario, a las que podríamos convocar para ampliar la agrupación, y que, no obstante, son voces que circulan en El Viento Común y creemos que sirven para imaginar lo nuevo. Para terminar con la “huelga de ideas” como dice García Linera.
En este número, las voces en el viento (y sobre el viento) de María Pia López y Adriana Amante, que compartieron con nosotros dos textos clave, inauguran una sección especial dedicada al género ensayo. El elogio del género está hoy ausente en numerosas publicaciones, y aunque no sea nuevo permite pensar lo que nadie espera. Ana M. Barletta comenta la reciente publicación de un vocabulario crítico sobre el terrorismo de Estado, editado por el Ministerio de Educación de la provincia de Buenos Aires para docentes de nivel secundario, ¿qué sería lo nuevo sobre la última dictadura? ¿Cuál es la relación que podemos establecer hoy, y mañana, con la experiencia argentina del terrorismo de Estado? Facundo Bianco, de la consultora Bienestar Digital, pone el foco en el impacto de Internet sobre nuestros pibes y pibas. Asja Lacis traza un panorama sucinto sobre la historicidad de la técnica y la cultura en distintas teorías acerca de lo contemporáneo. Tony Carraspero sugiere prestar atención a un discurso de Kicillof sobre economía en el Consejo Federal de Inversiones. El compañero Villarino señala los dilemas entre el desarrollo económico y el medio ambiente. Lerman juega sobre cierta operatoria cultural y política asociada al nuevo cancionero. Lennie evoca al Pepe Mujica y nos piensa sobre el espejo de su legado. Daniela Rico Artigas señala la importancia de la psicomotricidad para el diseño de políticas de salud capaces de contrarrestar el malestar agónico contemporáneo. Y, para pensar lo nuevo, Luzuriaga sugiere volver a leer Sublunar. Entre el kirchnerismo y la revolución de Javier Trímboli. Juan Salvo, el viajero del tiempo, convoca a pensar el presente sobre el fondo de la Revolución de Mayo.
Por último, las canciones de Juan Frankar y co., sensibles al clima político de estos últimos años, llegan con la brisa continua de El Viento Común, en el eco del pensamiento cuando se reúne con la poesía y viaja de la boca al oído.
Buenos Aires, 25 de mayo de 2025
